Cine por el Porvenir

Por: Angie Bocanegra - Sergio Nieto - Daniel Carvajal

En medio del paro nacional de 2019 tuvieron lugar variados eventos culturales en diferentes zonas del país, en los cuales los ciudadanos pretendían mostrar su inconformidad con las políticas del gobierno nacional a través de muestras artísticas. Pensamos en el cine como un medio de comunicación unidireccional, lo consumimos y nos emociona, sin darnos cuenta que es una relación recíproca: el cine también nos ve. Esa fue la reflexión que llegó a mí aquel jueves 28 de noviembre del año pasado, cuando rodeado de gente humilde, trabajadora y soñadora, entre aplausos y gritos de alegría, escuché la ya clásica frase: “Ahí tiene su hijueputa casa pintada”.

La Estrategia del Caracol era la película que, sobre una sábana blanca amarrada en la reja de una cancha de microfútbol, se proyectaba. Estrenada en 1991, goza de tener unos personajes magistralmente creados, hay una aura bogotana que se siente fiel en cada uno de ellos, representan a cabalidad los habitantes de clase baja (a la que pertenezco) y que conmigo estaban. 

La proyección se dió en el parque metropolitano El Porvenir, en un rincón situado justo detrás del edificio de aulas de la Universidad Distrital sede Bosa; la hora de encuentro, las 6:00 pm, pero yo en ese momento no me encontraba allí, ni siquiera tenía pensado asistir aún cuando lo había planeado con un amigo. Estaba en mi casa extraviado en las preocupaciones que una protesta genera, la cual para esos días palpitaba en las calles, en mi cabeza estaban frescos los recuerdos del 22 de noviembre, lo que me hacían dudar de la posibilidad de una transformación social y agudizaba mi angustia por el devenir de mi país y mi familia.

Pasada ya la hora de inicio, recibí la llamada de mi amigo, él se encontraba ya en el sitio planeado junto a otros dos. Sedientos y sin dinero, me pidieron el favor de llevarles algo de beber, yo necesitaba distracción así que asentí, atraído más por cumplir con mi palabra que por el disfrute que la proyección me podría producir. Fui caminando, habitualmente el trayecto no me toma más de 15 minutos, pero esta vez fueron 17, retrasado por la compra de una gaseosa colombiana.

Al llegar me percate, y no para mi sorpresa, que aún la proyección no había iniciado, lo que sí me sorprendió fue ver el parque lleno. Busqué a mis colegas, habían guardado junto a ellos un espacio para mí en la parte alta de unas escaleras desde donde teníamos buena vista hacia la pantalla improvisada. Satisficieron su necesidad y compartieron del bien con quienes los rodeaban, gesto que me hizo sentir en confort, bebieron como si fuesen amigos, no simples conocidos o desconocidos, como quienes coinciden en el mismo albergue y se preocupan los unos por los otros, similar a la película: en el interior de la casa Uribe los cohabitantes adoptan el rol de protegidos y protectores.

Cómodo con esta cualidad de cuidado a lo común, fui a saludar a los organizadores del evento, compañeros de la universidad y del movimiento estudiantil y comunitario. Vi en ellos, y en la actividad que realizaban, el verdadero objetivo de la universidad pública: la producción y reproducción de conocimiento y de saberes, para así con una formación integral transformar la sociedad y la cultura. La academia con función de servirle a la sociedad, como la comunidad buscaba la ayuda del Perro, estudiante de derecho que siempre primaba el bienestar de los demás sobre el propio. 

Aquello estaba lleno de personas diversas, con gustos y aspectos que permiten una clasificación, sin embargo, no lo haré, solo diré que eran personas de todas las edades que convergían gracias a su curiosidad y ansias de un país mejor. Allí me sentía bien, y antes del inicio de la proyección las dudas que tenía en mi casa se habían disipado. 

Tras una corta espera, la proyección comenzó. Había solo un bafle en la mitad del recinto, el sonido no era muy bueno así que exigía el silencio de todos los participantes. Se repartió agua panela, fruto de un canelazo para el que a cada uno le correspondía llevar algo, yo entregue los vasos sobrantes que había comprado gaseosa. 

Así se desarrolló el evento, entre el frío de la noche que causaba el abrazo de enamorados y amigos, allí se crearon nuevos lazos, en donde compartimos y reconocimos a nuestros vecinos, reflexionamos acerca de la esfera social que habitamos y nos vimos a todos y cada uno de nosotros como necesarios. Esta es la magia del cine comunitario, una herramienta de transformación, integración y pedagogía. Una propuesta que nace de la solidaridad, necesidad de nuestra comunidad en tiempos de crisis, es un empoderamiento de los medios de comunicación, nos reunimos alrededor de una sábana a compartir ideas dejando de lado los medios hegemónicos y sus mensajes.

La Estrategia del Caracol puede servir como faro en tiempos de paro nacional, en ella se logran diferenciar dos tendencias: la primera representada por el Perro y la segunda por Jacinto. El Perro cree en la normativa, es un hombre de ley dispuesto a salvar a su familia dentro de las barreras de la justicia; por su parte, Jacinto sabe que la balanza no está de su lado y decide tomar la justicia por sus manos, con astucia se enfrenta a la ley con acciones poco éticas. Al final, como lo dicta la historia de la civilización, el método de Jacinto es el que impera, con la ayuda del conocimiento del Perro y con dignidad consiguen su objetivo. Es deber del pueblo colombiano reconocer y aplicar el método que considere más eficiente.

Los aplausos y gritos nos dotaron del calor que necesitábamos para lograr abandonar el espacio en donde habíamos conseguimos comodidad. Escuchamos el discurso de solidaridad que los organizadores dieron y emprendimos camino a nuestras casas, no sin antes ayudar a organizar el desorden que causamos. La proyección ya había terminado, y había pocas razones para seguir allí, me despedí de los viejos y nuevos conocidos; ya era tarde, eran las 9 pasadas de la noche y no había mucha gente afuera, sólo la que como yo venían del mismo lugar. Las calles estaban militarizadas, característica que perturbó el camino a casa, pero llegué sin problemas. Al llegar cené y mientras comía me di cuenta que quien conoce su barrio conoce el mundo entero ¡estaba impresionado con esta nueva, grata e inesperada experiencia con la pantalla!

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